11 de Noviembre de 2011
Johannes Itten señala en su libro: ‘Arte del color’ siete contrastes a partir de las propiedades del color que señala en su teoría básica del color, al igual que toma papel la espacialidad de los colores y su interacción en la composición.
Los siete contrastes son:
Contraste del color en si mismo
Contraste claro-oscuro
Contraste caliente-frio
Contraste de los complementarios
Contraste simultáneo
Contraste cualitativo
Contraste cuantitativo
El contraste caliente-frio se trata del efecto óptico de los colores relacionados en temperatura. A niveles fisiológicos, el color azul-verde tranquiliza la circulación mientras el color rojo-anaranjado la activa. Si se observa el circulo cromático observamos que el amarillo es el color más claro y que el violado es el color más oscuro; esto significa que existe entre estos dos colores el contraste claro-oscuro en su más alto grado. En el lado derecho del eje amarillo-violado se encuentran los colores rojo-anaranjado y a la izquierda los colores azul-verdes: son los dos polos del contraste caliente-frio.
Este contraste permite efectos muy curiosos y crea una atmosfera de carácter musical, irreal. En un paisaje, los objetos situados en la lejanía parecen siempre más fríos a causa de las de las capas de aire que se intercalan. Contiene así elementos susceptibles de sugerir la lejanía y la proximidad, importantes para representar los efectos de perspectiva y de relieve.
Para los ejercicios de contraste caliente-frio, eliminamos el contraste claro-oscuro, es decir, todos los colores que en la composición no son del mismo valor de claridad o de oscuridad.
La gama cromática basada en el contraste caliente-frio, que va hacia el rojo-anaranjado pasando por el amarillo, solo puede utilizarse cuando todos los colores tengan el mismo grado de claridad que el amarillo: en el caso contrario, se obtendría un contraste claro-oscuro.
La belleza de estas modulaciones requiere la eliminación del contraste claro-oscuro: entonces adquiere todo su valor.
Entre los siete contrastes de colores, el contraste caliente-frio es el más llamativo.
La vidriería 'La belle verriere' de Chartres manifiesta el empleo simbólico del rojo caliente y del azul frio.
Cuando Monet se dedico enteramente al paisaje, observo que los colores locales de los objetos se disolvían en toques de colores a causa de la acción de la luz y de la sombra y de los múltiples rayos luminosos: estos colores tenían variaciones de tonos calientes y fríos y no claros y oscuros.
En el contraste de los complementarios, para un color dado nuestro ojo exige su color complementario, y si no se le da, lo produce por sí mismo. La ley de los complementarios constituye la regla de base de toda la creación artística ya que el respeto a esta ley crea un equilibrio perfecto para el ojo. Utilizados en las proporciones requeridas, engendra un efecto estático y solido.
La composición amarillo-violado no solo contiene un contraste complementario sino también un contraste claro-oscuro muy pronunciado. El par rojo-anaranjado/azul-verde es complementario pero, además, expresa el grado más fuerte del contraste caliente-frio.
Muchos cuadros fundamentados en el contraste de los complementarios utilizan los tonos que brotan de sus mezclas para servir de transición y de unión. Los tonos medios son a veces más empleados que los tonos puros.
Con dos colores complementarios se puede obtener tonos grises coloreados de especial éxito.
Contraste simultaneo. Este contraste obedece el mismo fenómeno de los complementarios y son tanto más fuertes cuanto más tiempo de mire fijamente el color principal y cuanto más brillante sea éste. Puesto que el color engendrado no existe realmente produce una impresión de irritación y de vibración viva cuya fuerza cambia constantemente; el ojo se cansa mientras que la impresión dada por el color engendrado simultáneamente se hace más fuerte.
El efecto simultáneo no sólo se produce entre gris y un color puro sino también entre dos colores puros que no son totalmente complementarios. Cada uno de los dos colores intentan empujar al otro hacia su color complementario y, casi siempre, ambos colores pierden su carácter verdadero y parece que irradian nuevos efectos. Los colores parecen adquirir una nueva luminosidad particularmente dinámica. Desaparece su estabilidad y se hacen pábulo de las vibraciones más variadas. Pierden su carácter objetivo para desplegar efectos de naturaleza irreal, adquiriendo así una nueva dimensión. El color queda como desmaterializado y se hace perfectamente válida la frase: ‘La realidad de un color no siempre es idéntica a su efecto’.
‘Gracias al contraste simultáneo el color se presta al uso estético’
En cuanto un contraste claro-oscuro aparece, la modificación simultánea se hace más difícil.